lunes, 22 de septiembre de 2008

Un día vendrá

Natalia Perlaza Quesada

Un día vendrá el amor.
El amor es vida para las personas.
El amor es alma en vida,
el amor que te motiva
para motivar a la otra persona.

Herida de un metal

Rodrigo Cook Calvo

Pistola tenebrosa
que en mi mano esperaba,
en mis dedos notas de sufrimientos
como frías muertes que entonaba.
En frente sólo un silencio
como triste golpe de la madrugada,
golpe negro... fuerte golpe
que la gente acostumbrada
al latir del corazón
en una estela ya anunciada.
Sólo hay recuerdos en esta casa sola,
tomada ahora en las manos que te amaban
ya vencido el cuerpo en esta guerra,
pero nunca entre sombras presentida quedará el alma.

Cuerpos del alba

Mariano Mora Soto

Oigo las primeras flechas de luz
que atraviesan mi ventana,
como finas agujas
inventando, roce a roce,
los silencios de mi cara.

Poco a poco largas y agudas notas de mañana,
de los cantores pájaros
que hasta mi oído llegaban.

Cuando de repente abro los ojos
y siento ese calor de luz
cegando sólo ahora la luz sobre tus ojos.

Alba que como un niño nace...

Presiento que tras la noche
vendrá una noche todavía más larga,
auqnue quiero, amor mío, no me abandones,
para entonces juntos desnudar el alba.

Rumor de noche

Jonathan Barquero Bonilla

Me levanté y vi el aullido de la gente
muerta dia tras día,
sangre en víctimas, armas con huellas de noche.
El camino de Dios sospecha la luz.

Sólo un rumor de noche
llorando las víctimas del día.

Oscuro filo

Álvaro Lizano Porras

De repente este dolor me ha tomado por las manos
como el oscuro filo de una reverberante espada,
que con su rencor mi piel penetraba
y con la tristeza mi alma destrozaba.
La angustia en la noche atracaba.
Sólo el viento por mi silencio se subía.
En su boca sólo mi corazón de cuchillos huía.

La tragata errante

Salvador Cerdas Gómez

Se escucha a lo lejos
el sonido de la guerra,
que viaja conforme las olas
nacen abrazando la orilla del mar.

Los vientos silban el nombre del imponente
tragata errante.
Su estructura de notas metálicas
de muerte y de tarde,
metales como Dios, como un destino de armas
que se hunden en la noche.

Su tripulación mortífera
nunca descansará.
Nadie su misión de inevitable bala
ha soportado.

Siempre apunta al horizonte
donde el sol se esconde
entre las largas chimeneas de su silencio,
para darle apenas un descanso
al imparable barco
que algún día se hundirá
desde el rencor hasta la tristeza.

Alas de inocencia, lunas de la muerte

Federico Brenes Márquez

Lluvia de la muerte,
rayos de un rojo mar
entre el día y la noche,
ni los escudos de amor
la luz pueden salvar.

El sonido de la guerra
alcanza hasta el niño de la tarde.

Las estrategias se acercan
con sus destinos en sus manos.
¿Pero por qué quiebras estas alas de inocencia,
instante de la muerte?

Ni la cicatriz borrará
estas memorias de mar rojo.
Lluz del día ya no percibe
las lunas de la muerte.

Apenas sólo Dios sabe
qué de estas sombras será.